Lázaro Yuri Valle Roca: Nuevo Vedado 5 de julio de 2017. La Habana, Cuba.
Cada segundo, una avalancha de datos cae sobre nuestros sentidos. Para procesar ese diluvio, la mente criba y ordena la información, tratando de separar lo fundamental de lo anecdótico. Y dado que no hay nada más fundamental para la mente que la supervivencia, el primer filtro que se encuentra la mayor parte de la información entrante es la amígdala.
La amígdala es una parte del lóbulo temporal en forma de almendra, responsable de las emociones primarias, como la ira, el odio o el miedo. Es nuestro sistema de alerta en primera línea, un órgano que está siempre en alerta máxima, cuyo trabajo es encontrar cualquier cosa de nuestro entorno que pueda ser una amenaza para nuestra supervivencia.
Si en condiciones normales está atenta, una vez estimulada, la amígdala se vuelve híper vigilante. Entonces nuestro foco de atención se tensa y nuestra respuesta de «luchar o huir» se pone en marcha. Nuestro ritmo cardiaco se acelera, los nervios disparan más rápidamente, los ojos se dilatan para conseguir una mejor visión y la piel se enfría a medida que la sangre circula hacia los músculos para posibilitar un ritmo de reacción más rápido. Cognitivamente nuestro sistema de reconocimiento de situaciones, escarba en nuestros recuerdos en busca de ocasiones similares (para ayudar a identificar la amenaza y soluciones potenciales (para neutralizarla).
Pero la respuesta es tan potente que una vez puesta en marcha es casi imposible detenerla, y este es un problema del mundo moderno. Hoy en día estamos saturados de información. Tenemos millones de fuentes de información compitiendo en nuestro cerebro para que las recordemos ¿Y cómo compiten? Luchando por tener la atención de la amígdala, el viejo dicho de los periódicos «Si hay sangre, hay audiencia» funciona porque el primer freno que se encuentra es un órgano ya preparado para buscar el peligro. Estamos alimentando a un demonio. Coge tu Granma o Juventud Rebelde y compara el número de historias positivas con las negativas, encontrarás que el 90% o más de los artículos son pesimistas adoctrinados o dogmáticos. Simplemente las buenas noticias no captan nuestra atención. Las malas venden porque la amígdala está buscando siempre algo que temer, para más desgracia estamos obligados ya que son pocos los periódicos que tenemos y dirigidos por el totalitario gobierno cubano.
La compasión, la empatía, el altruismo incluso la indignación dejan de ser factores que cuenten, cuando los medios de comunicación nos ponen en alerta máxima, por ejemplo: Reflexiones de Fidel, La amenaza yanqui, Donald Trump arrecia el Bloqueo contra Cuba, Mueren niños por el Bloqueo Norteamericano, Nueva maniobra del imperio contra Cuba, La dominación hegemónica yanqui, Devolución de la Base Naval de Guantánamo, La Oposición Cubana llevará nuevamente al Pueblo cubano a aquellos años de miseria y dolor, Aumenta desigualdad entre ricos y pobres. El abismo que presentan es ta,l que parece demasiado grande como para que la distancia pueda salvarse, porque las emociones que nos harían querer salvarlas están bloqueadas y fuera del sistema.
La atención es un recurso muy limitado, y una vez que nos centramos en una cosa a menudo no nos damos cuenta de la siguiente. Por supuesto cualquier respuesta ante el miedo amplifica el efecto. Lo que significa todo esto, es que cuando la amígdala comienza a buscar malas noticias, mayormente va a encontrar malas noticias.
Por lo que podemos llegar a la conclusión que la mayoría de los cubanos vivimos con menos incidentes. Sin embargo con los miedos del peor de los casos.
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