Lázaro Yuri Valle Roca: Nuevo Vedado 9 de marzo de 2021. La Habana, Cuba.
El 1ero de diciembre de 2020 el periódico Granma publicó un editorial llamado “La defensa de la Patria: un honor, un deber y un derecho” en el que decía: ¿Qué letra de ley tiene autoridad mayor que la que otorga la legitimidad, cuando es escrita y votada por la abrumadora mayoría del pueblo que la promulga para sí, para su bienestar, para afirmar su presente y blindar el futuro de sus hijos?
Y terminaba apoyando su demagógico discurso, con el ARTÍCULO 4 de la Constitución cubana.
-La defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano.
-La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones.
-El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable.
-Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.
Como pueden ver aquí está la tamaña aberración del derecho constitucional, que ha ideado la dictadura militar cubana, para legitimar una ideología y darle todo el poder centralizado a un partido único, el “Comunista”, convirtiendo al ciudadano en uno dependiente, esclavo y reprimido, mediante un discurso demagogo, agresivo y cerrado a todo tipo de opinión o libertad individual. Libertades y derechos contemplados en los Pactos de Derechos y Libertades de las Naciones Unidas, Comisión Internacional de Derechos Humanos y Organización Internacional del Trabajo, que la dictadura a nombre de nuestra patria y del pueblo ha firmado pero que, en muchos casos, no ha ratificado.
Lo que es lógico. El socialismo, el teorizado por Carlos Marx y puesto en práctica por Lenin y Stalin, es incompatible con las prácticas de las libertades.
Ya desde el 1887, John Rae, avizoraba lo siguiente en su libro Contemporary Socialism, (obra de consulta de José Martí). En él expresaba que: “El comunismo lleva a todo lo contrario de lo que pretende alcanzar; busca igualdad y concluye en la desigualdad, busca la supresión de los monopolios y crea un nuevo monopolio, busca aumentar la felicidad humana y en realidad la reduce. Es una utopía, y ¿por qué es una utopía? Porque la mayor igualdad y la mayor libertad posible solo pueden lograrse juntas”.
Nuestro apóstol también lo expresó, con su estilo diáfano: “El primer trabajo del hombre es reconquistarse”. No se trata del acto extraordinario de imponerse a los otros hombres, de ser el encargado de iluminar a los demás. Se trata del derecho y el deber natural de cada ser humano de defender su individualidad, su espiritualidad. “Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste, mientras no se asegure la libertad espiritual (...) porque la primera libertad, base de todas, es la mente y realizarse, además, en armonía con la sociedad”. Esa que no es la colectividad abstracta, sino la suma de todos los individuos.
“La soberanía es la superioridad no superada en cualquier orden inmaterial. En política, el soberano es el ser superior que tiene el poder de decisión, de imponer leyes sin recibirlas de otro, de donde emana y se ejerce el poder, por tanto, no está sujeto a las leyes escritas, sino que las crea”.
Así veía nuestro apóstol el futuro de nuestra Patria, donde todos tuviéramos garantizados nuestros derechos y libertades fundamentales e individuales, nuestra soberanía.
Otro visionario fue el héroe y mártir de la independencia de Cuba, Ignacio Agramonte, que ante sus profesores en la Escuela de Derecho de la Universidad de la Habana, en 1862, dijo: “El individuo mismo es el guardián y soberano de sus intereses, de su salud física y moral; la sociedad no debe mezclarse en la conducta humana, mientras no dañe a los demás miembros de ella. Funestas son las consecuencias de la intervención de la sociedad en la vida individual; y más funestas aun cuando esa intervención es dirigida a uniformarla destruyendo así la individualidad, que es uno de los elementos del bienestar presente y futuro de ella (...) Que la sociedad garantice su propiedad y seguridad personal es también derecho del individuo creado por el mero hecho de vivir en sociedad”.
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